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Es casi mediodía de un sábado cualquiera y mi estómago exige desayuno. Tomo asiento en una banca alargada de metal frente a Birria y Menudo Mendiola y desde ahí observo el panorama: láminas polvorientas, ventanas con rejillas mugrosas, cables de luz, tinacos Rotoplas y las columnas que sostienen el gran techo del Mercado Aldama. Así…